Como todos los años, llegan en
masa a observar el fenómeno. Pocas veces en la vida se acercan tanto a la
costa. Existen diferentes versiones de por qué ocurre. Es probable que algo
llame su atención, tal vez sea instintivo o una especie de ritual. Por momentos
causa estupor, quizá asco, pero el avistamiento procura traspasar la barrera y
saciar esa sed morbosa propia de un acontecimiento sin precedentes. Aunque, en
la mayoría de los casos, las ballenas aplauden, se asombran, miran de reojo y se
llevan una foto de los humanos como recuerdo.
(De " Brevedades" Antologado por Martín Gardella. Editorial Manoescrita, 2013)